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Plano general desde un mirador del parque de Yosemite |
Que grande es todo en
Estados Unidos, queridos lectores. Poco a poco iréis entendiendo el
porqué. Nuestra agotadora jornada empezaba en nuestra apreciada
tienda del campamento de Yosemite, que a nuestro pesar hemos
abandonado en el camino. El mismo desayuno de baggels y café -pinta
que será todo un clásico-, nos ha puesto a punto para una nueva y
soleada etapa en Yosemite. El destino era el sur del parque: la
región de Mariposa Groove, famosa por albergar secuoyas más altas
que la mismísima estatua de la libertad.
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Ciervo paseándose como si no pasara nada |
Antes de ello, Georgi ha
retratado en primer plano un precioso ciervo, y desde un mirador
hemos tomado bellísimas instantáneas del paisaje. Una maravilla de
la naturaleza. Tras un buen trozo de curvas -da gusto tomarlas con el
coche automático, te olvidas de las marchas- nos plantamos en
nuestro destino matutino. La cosa ha sido darnos una vueltecilla,
tomar las clásicas fotos de rigor entre un buen puñado de turistas
y poco más. Suficiente tras el trote de ayer, que las piernas aún
andan cargadas.
El siguiente tramo era
casi nada: unas ocho horas hasta el Gran Canyon. Obviamente, del
tirón era imposible. Tocaba recorrer millas y millas en línea
recta, certificando aún más los tópicos vistos en el cine:
rancheras, camiones, furgonetas y autocaravanas de alta gama,
anuncios de fast food -en especial burguers- por todos lados,
ranchos, gordos, gordas y una calda que da gusto. Para meter a tuti
en el papel, la he llevado a comer a un mítico Taco Bell, uno de mis
enclaves favoritos en mis visitas infantiles a los Estados Unidos.
Ciertamente, no le ha gustado un pelo, pero bueno. Tocaba probarlo.
Ah, también hemos entrado en un mega-ultra-supermercado, dónde todo
es gigante, insano y poco apetitoso. Por haber, hay hasta Coca-cola
de vainilla (grrr....).
Pedir un café también es
una odisea: les has de señalar y especificar que quieres un espresso
pequeño con algo de leche, de lo contrario te vas con una litrona
entre tus manos que no te la acabas ni en una semana. Por suerte,
muchos dependientes hablan castellano, pues esto está a petar de
latinos. Después, más millas entre la nada, en línea recta, sin
llegar a ver el fin jamás. Como dato curioso, en plena zona
desértica nos ha coincidido la luna llena delante y el sol
poniéndose detrás, una auténtica belleza.
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Llegando al motel tras una larga ruta de carretera |
Sobre las ocho, y viendo
que el siguiente lugar para dormir era Las Vegas y estábamos a unos
300 km., hemos decidido hacer un “stop 'n' go” en un Motel de
carretera de camino. Hemos escogido el más mítico, de dos pisos,
como los que vemos en todas las pelis de serie B yankis. Parece como
si hubiéramos estado aquí toda la vida, de verdad. El sitio está
regentado por una familia de hindúes y la recepción pega un tufo a
curri que no veas. Eso si, la habitación está de lujo, la cama es
ancha, tenemos aire y por la tele dan los pormenores de la campaña
electoral norteamericana. Para cenar, nos hemos zampado unas frutas
de subsistencia, que van bien en un entorno tan cargada de comida
basura.
Mañana al mediodía está
prevista nuestra llegada al Gran Canyon del Colorado, que pinta
estupendamente bien. Al final, nos dejamos Las Vegas para el lunes,
que se ve que entre semana es más barato hospedarse. Veremos que
depara la tierra de los indios nativos. Se prevén buenas fotos. Paz
para todos!
Qué lindo todo Ofer! Cuando llegues al Gran Canyon no dejes de pensar en Thelma y Louise. si podés publicá más fotos. Abrazo grande
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