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Interior del Amoeaba |
Tras de toda la vuelta,
bajamos un poco más y dimos con la tienda de música Amoeba, que es
más o menos el paraíso para alguien como Asaf. Hileras y pasillos
infinitos de vinilos, cd's, segunda mano, pelis procedentes de todo
el mundo y múltiples géneros. Para perderse un día entero y
dejarse la billetera, vamos. El sol empezaba a caer y el tráfico de
la ciudad estaba absolutamente paralizado. Muchísimos peor que Barna
en hora punta, si. Antes de volver, decidimos acercarnos a la zona de
bares de Sunset Blvd, al mítico Whiski a-go-go, dónde nacieron
algunos como The Doors. Tras perdernos algo, nos vemos embutidos casi
dos horas en el peor atasco que había en toda L.A. Y todo por culpa
del Jason Mraz que tocaba al lado de Dysneyland y estaba a petar.
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Retrato de Lemmy |
El palo también es
aparcar: te vuelves loco con las señales de fracciones de hora,
pago, prohibido por limpieza de calle, etc, así que tardamos un buen
rato estacionar. Al llegar, veo a mi izquierda el bar Rainbow, dónde
vi en el documental de Lemmy de Motörhead que ahí es donde va a
ponerse fino de Jack Daniels. Y si, entramos y ese era. Solo faltaba
el en persona, pero el local estaba inundado de fotos, retratos,
firmas e incluso la máquina de videojuego con su nombre en la máximo
puntuación. Brutal.
Ya era de noche y la
jornada llegaba a su fin...o no. Sobre las 10 de la noche llegamos a
la zona del hostal, bastante a tomar por culo de todo. Algo raro. Y
llego a la puerta y pone que a las 7 ya no había recepción. Fail.
Tras hablar con una huesped, me confirma que a mucha gente le pasa lo
mismo y pese a intentar localizar a la jefa nada. Cabreados, nos
vamos ya a medianoche echos polvos en busca de algo, y caemos en una
zona de moteles con pinta de ser frecuentados por puteros que no
veas. En uno pregunte a través de un vidrio tintado con voz de
chicano y letreros con muy mal aspecto... y nos volvimos de nuevo
para la zona de Hollywood. Finalmente, pasamos la noche en un motel
de un hindú, buena peña, por 75 dolares, es lo que hay.
Hoy tocaba madrugar porqué
subíamos a la Universal City, cuna de los estudios de cine más
famosos del mundo y cuna de las grandes superproducciones que hemos
mamado toda la vida. Pese al sueño, había ganas. Al salir, me
pregunto: haber que pasa hoy... Y bingo. Entro al coche, intento
arrancar y no enciende. El mal humor me invade por la mañana. Dejar
las luces encendidas toda la noche no va bien, creerme. Como la vida
nos está sonriendo, en la cuadra de al lado había un mecánico
mejicano que encima se ha enrollado y me ha dejado su cacharro de
arranque.
Todo a cuadrado y hemos ido pitando hacia los estudios.

Todo a cuadrado y hemos ido pitando hacia los estudios.
De entrada, teníamos algo
de recelo por los 80 dólares que vale la entrada, a precio de oro.
Pero menudo parque. Como saben de esto los yankis, son los mejores.
Primero nos dimos el tour por los estudios, 

con sus míticos naves de interiores y fachadas y recreaciones para grabar los exteriores. Te dan un tour de una hora en un trenecillo mientras te muestran lugares de rodajes de éxitos como



con sus míticos naves de interiores y fachadas y recreaciones para grabar los exteriores. Te dan un tour de una hora en un trenecillo mientras te muestran lugares de rodajes de éxitos como
Jurassic Park, Tiburón,
Psicosis y mil más. No acabaría. Un flipe. Te recrean efectos
especiales, como se creó a King Kong, la lluvia, el fuego,
descarrilamientos... todo en vivo y en directo. Ves como una gran
mentira genera grandes films desde dentro.
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