Es salir de las grandes
ciudades y el ritmo de vida de un giro de 180º. De repente, nos
hayamos metidos de lleno en la nada estresante vida de los pueblos
playeros del centro de California, mucho más pequeños y relajados
que las grandes ciudades del sur. Da gusto el poder agarrarte una
bici, sentirte como en Verano Azul y pedalear bajo el sol de tarde
por un paseo marítimo apenas transitado.
Este ha sido el plan de
las dos últimas jornadas. Ayer, tras buscar por el centro de L.A i
Hollywod el último “souvenir” perdido, nos plantamos en nuestro
motel en Santa Bárbara a primera hora de la tarde. Ha sido nuestra
habitación más cara pero también la más cómoda y agradable:
tenía un rollo artístico-moderno bastante molón y encima nos
dejaban la bici de gratis. El único inconveniente es que son de
estas así playeras sin marchas, por lo que cuando toca subida te
dejas los gemelos que da gusto. Primero subimos a un monasterio
español, y como valía pasta y no queríamos donar un dólar a la
religión, nos fuimos flechados hacia el muelle por la avenida
principal de la ciudad. Santa Bárbara sería algo así como el
Cadaqués de la zona: un lugar bien pijo, con restaurantes y tiendas
de calité, precios bastante caros y alto standing en general.
Tras disfrutar del
atardecer bajo las palmeras, fuimos a hacer una cata de vinos
locales, ya que esta es una tierra de mucho viñedo y alta tradición
en producción de vinos. También en pegar buenos sablazos: diez
pavos por probar varios tragos de los caldos locales. Luego
encontramos un happy hour en la avenida principal, que aprovechamos
para tomar una copa de verdad. Como al mediodía habíamos comida
hamburguesa, decidimos variar un poco y aprovechar la oferta del
McDonald's de los lunes: Big Mac a 1,50. Como podéis imaginar,
volveremos con cara de burguer y no creo que volvamos a comer una en
mucho tiempo. La gastronomía local apenas la hemos olido porqué
nuestra economía no está para la alta gama culinaria. Satisfechos,
subimos la avenida con la bici a cuestas y nos plantamos en nuestro
moderno motel. Capítulo de Sons of Anarchy, que tiene buena pinta, y
a dormir....
Esta mañana nos hemos
despertado cual bebés, probablemente hemos pasado la mejor noche de
todas. He ido a por una macedonia a precio de oro para desayunar, que
nos hemos tomado en la terraza al sol, y hemos marcado el GPS con
rumbo a la Highway 1, la mítica autopista que recorre toda la costa.
Con diferencia, ha sido el mejor tramo de carretera que ha pisado
nuestro Toyota: acantilados espectaculares, montañas a pie de un mar
azul y cristalino, curvas de las que da gusto pillar con un coche
automático, pandas de motoristas en harley's, calas
escondidas...precioso. Decidimos hacer una parada estratégica en
Morro Bay, dónde nos tomamos el primer cortado en taza de todo el
viaje escuchando las morsas refunfuñar a lo lejos.
Y así hemos llegado a nuestra nueva parada, la ciudad de Monterrey, dónde por casualidad actuaba hoy mismo la legendaria Patti Smith, que por motivos económicos tampoco hemos ido a ver. Al llegar al motel, el hindú que lo regenta nos ha vuelto a alegrar: había feria de granjeros en el centro y llegábamos justo a tiempo. Así que hemos ido, hemos probado todo tipo de frutas ecológicas riquísimas, hemos comido pollo asado y alguna pita, hemos paseado por el muelle, hemos visto más morsas y nos hemos pelado un poco de frío con la caída del sol.
Hoy hemos plegado pronto y mañana nos movemos a la vecina ciudad de Santa Cruz. El fin se acerca, pero con la sensación de haber cumplido con creces. Ah, y certificando que aquí uno se puede buscar la vida tranquilamente... para empezar, faltan chiringuitos en todas las playas! :)
Un
abrazo a todos, PEACE!!
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