martes, 9 de octubre de 2012

Pacific coast means relax



Es salir de las grandes ciudades y el ritmo de vida de un giro de 180º. De repente, nos hayamos metidos de lleno en la nada estresante vida de los pueblos playeros del centro de California, mucho más pequeños y relajados que las grandes ciudades del sur. Da gusto el poder agarrarte una bici,  sentirte como en Verano Azul y pedalear bajo el sol de tarde por un paseo marítimo apenas transitado.

Este ha sido el plan de las dos últimas jornadas. Ayer, tras buscar por el centro de L.A i Hollywod el último “souvenir” perdido, nos plantamos en nuestro motel en Santa Bárbara a primera hora de la tarde. Ha sido nuestra habitación más cara pero también la más cómoda y agradable: tenía un rollo artístico-moderno bastante molón y encima nos dejaban la bici de gratis. El único inconveniente es que son de estas así playeras sin marchas, por lo que cuando toca subida te dejas los gemelos que da gusto. Primero subimos a un monasterio español, y como valía pasta y no queríamos donar un dólar a la religión, nos fuimos flechados hacia el muelle por la avenida principal de la ciudad. Santa Bárbara sería algo así como el Cadaqués de la zona: un lugar bien pijo, con restaurantes y tiendas de calité, precios bastante caros y alto standing en general.

Tras disfrutar del atardecer bajo las palmeras, fuimos a hacer una cata de vinos locales, ya que esta es una tierra de mucho viñedo y alta tradición en producción de vinos. También en pegar buenos sablazos: diez pavos por probar varios tragos de los caldos locales. Luego encontramos un happy hour en la avenida principal, que aprovechamos para tomar una copa de verdad. Como al mediodía habíamos comida hamburguesa, decidimos variar un poco y aprovechar la oferta del McDonald's de los lunes: Big Mac a 1,50. Como podéis imaginar, volveremos con cara de burguer y no creo que volvamos a comer una en mucho tiempo. La gastronomía local apenas la hemos olido porqué nuestra economía no está para la alta gama culinaria. Satisfechos, subimos la avenida con la bici a cuestas y nos plantamos en nuestro moderno motel. Capítulo de Sons of Anarchy, que tiene buena pinta, y a dormir....

Esta mañana nos hemos despertado cual bebés, probablemente hemos pasado la mejor noche de todas. He ido a por una macedonia a precio de oro para desayunar, que nos hemos tomado en la terraza al sol, y hemos marcado el GPS con rumbo a la Highway 1, la mítica autopista que recorre toda la costa. Con diferencia, ha sido el mejor tramo de carretera que ha pisado nuestro Toyota: acantilados espectaculares, montañas a pie de un mar azul y cristalino, curvas de las que da gusto pillar con un coche automático, pandas de motoristas en harley's, calas escondidas...precioso. Decidimos hacer una parada estratégica en Morro Bay, dónde nos tomamos el primer cortado en taza  de todo el viaje escuchando las morsas refunfuñar a lo lejos.

Y así hemos llegado a nuestra nueva parada, la ciudad de Monterrey, dónde por casualidad actuaba hoy mismo la legendaria Patti Smith, que por motivos económicos tampoco hemos ido a ver. Al llegar al motel, el hindú que lo regenta nos ha vuelto a alegrar: había feria de granjeros en el centro y llegábamos justo a tiempo. Así que hemos ido, hemos probado todo tipo de frutas ecológicas riquísimas, hemos comido pollo asado y alguna pita, hemos paseado por el muelle, hemos visto más morsas y nos hemos pelado un poco de frío con la caída del sol.



Hoy hemos plegado pronto y mañana nos movemos a la vecina ciudad de Santa Cruz. El fin se acerca, pero con la sensación de haber cumplido con creces. Ah, y certificando que aquí uno se puede buscar la vida tranquilamente... para empezar, faltan chiringuitos en todas las playas! :)
Un abrazo a todos, PEACE!!

 






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